Es imposible entender las gestas independentistas en Colombia sin ubicarse en Cartagena, pues esta ciudad-puerto fue clave para el desarrollo de las transformaciones sociales y políticas que convirtieron al país en una República.

Durante la época colonial, Cartagena fue el principal puerto de América, cosa que le permitió ser epicentro de las dinámicas productivas de la época, incluyendo el comercio de esclavos. 

Según datos entregados por el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena, en la capital de Bolívar hubo 24 ‘negrerías’ que no eran más que centros de comercialización de esclavos, y desde donde se gestaron, también, las primeras rebeliones para el fin de la esclavitud.

Cartagena es, pues, uno de los puntos principales para entender el mestizaje cultural que hoy permea al pueblo colombiano. La ciudad se convirtió en testigo histórico del desarrollo de las primeras comunidades afrocolombianas y refugió la riqueza cultural, gastronómica y religiosa proveniente de los pueblos africanos en relación con las comunidades autóctonas.

Palenqueras: el dulce de Cartagena

La Torre del Reloj, el Castillo de San Felipe, la Plaza de Bolívar o la de San Pedro Claver son algunos de los principales atractivos de Cartagena, no solo por su belleza paisajística sino humana.

Allí es posible encontrar a mujeres palenqueras, bastión cultural que data de varios siglos. Son ellas quienes protagonizan la oferta gastronómica local y mantienen vigente la comercialización de dulces típicos.

La magia detrás de estos dulces consiste es que son preparados a base de frutas tropicales y bajo recetas transmitidas de generación en generación, provenientes principalmente de San Basilio de Palenque. Este corregimiento es considerado el primer pueblo afro libre de América y su importancia es tanta, que incluso desarrollaron su propio dialecto y sirvieron de inspiración para que otras comunidades de esclavos de todo el continente decidieran romper con las cadenas infrahumanas y declarar su libertad.